Este
es un reportaje publicado en el diario La Nación, por el periodista Alfredo
Sainz a Andrés Hatum: "Los monstruos organizacionales abundan en las
empresas"
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A
fuerza de conocimiento, dedicación y desparpajo, Andrés Hatum se convirtió en
el último tiempo en una voz más que autorizada a la hora de hablar del mundo de
las empresas, la dinámica de las organizaciones y las mejores estrategias de
liderazgo. En su último libro, El
antilíder. Por qué las personas no renuncian a las empresas, sino a sus jefes,
se atreve a meterse con uno de los temas más complejos, como es el de los
líderes tóxicos, bajo la premisa de que los errores en la cúpula tienen costos
cada vez más altos que se miden no solo en pesos o dólares, sino también en
menor competitividad, el éxodo de los mejores talentos y la pérdida de la
cultura corporativa de una empresa.
“Los
monstruos organizacionales abundan en las empresas y es necesario identificar qué
tipo de antilíder se está para evitar caer en sus redes”, asegura el PhD de
Warwick Business School de Inglaterra y profesor de la Escuela de Negocios de
la Universidad Torcuato Di Tella.
¿Hay
diferentes tipos de antilíderes?
Seguro,
y cada uno afecta a las empresas y a las personas en forma diferente. Algunos
pueden ser más dañinos que otros, pero todos infectan a las organizaciones,
afectando los valores más intangibles que puede tener una empresa, como es su
cultura. Tarde o temprano los antilíderes tienden a minar la identidad
corporativa, y ese es el peor daño para cualquier organización.
¿Cuáles
son las principales consecuencias de tener un antilíder en las filas de una
empresa?
Hay
muchas empresas que demuestran que un mal jefe es el primer factor por el que
una persona cambia de trabajo. No es el dinero o la posibilidad de hacer
carrera lo que explica la mayoría de las renuncias. Y ese es un problema que
muchas veces las empresas no tienen en cuenta, porque alguien que se va por un
mal jefe termina generando una ola expansiva en todo el mercado, dañando la
imagen de la empresa.
¿Las
empresas son conscientes del problema?
Por
supuesto que lo son, pero eso no significa que tomen decisiones para frena a
estos jefes. El problema es que este tipo de líderes muchas veces pueden
generar buenos resultados, especialmente en momentos de crisis. En el caso de
los líderes bestiales pueden tener una altísima performance, pero el problema
es que aunque tengan resultados de corto plazo terminan rompiendo el valor de
las empresas y se transforman en un búmeran, porque generan un altísimo nivel
de rotación entre sus subordinados.
Pero
muchas veces este tipo de líderes son funcionales a las organizaciones…
Los
antilíderes tienen un costo para las empresas y las organizaciones. Puede que
sean necesarios en algún momento y que generen resultados en el corto plazo.
Sin embargo, todo tiene un precio y en el largo plazo terminan generándole un
daño a la organización. El daño se da tanto en términos de cortoplacismo como
en el costo humano.
¿Cuáles
son las mejores maneras de frenar a los antilíderes?
Los
antilíderes se apoyan en estructuras funcionales, y frente a esto hay
herramientas como la economía colaborativa o la organización basadas en
networks, que pueden ayudar a que se diluyan los factores que ayudan a la
consolidación de un antilíder. No hay que perder de vista que este tipo de
liderazgo se conforma a partir de un modelo de poder radial, en el que un jefe
compite con otros jefes por ver quién se queda con los mejores recursos de la
empresa. Y en un modelo colaborativo esta forma de liderazgo pierde poder.
¿Qué
puede hacer un empleado cuando le toca trabajar bajo las órdenes de un antilíder?
Lo
primero que hay que hacer es identificar ante qué tipo de antílider estamos. No
es lo mismo un jefe negador que un bestial, uno más narcisista que otro cortoplacista.
Y ante cada uno hay que actuar en forma diferente. Ante un antilíder bestial,
lo mejor que puede hacer una persona es correrse para no quedar en la mira de
este tipo de jefes. El narcisista hay que aportarle resultados y no esperar
nada más. Si uno necesita algún tipo de motivación o feedback para ver cómo
seguir, está muerto. Al jefe cortoplacista es más fácil de complacerlo, pero le
va a hacer la vida imposible a cualquiera que tenga una mirada estratégica.
¿Hay
que cambiar de trabajo o queda otra opción?
Si
la compañía en la que uno trabaja le gusta, lo mejor es moverse internamente
para no quedar en el radar del antilíder. Pero si uno no lo convence la empresa
y encima tiene un jefe tóxico, no queda otra alternativa que irse, porque las
consecuencias se van a reflejar en el cuerpo. Los antilíderes generan
enfermedades y consecuencias en la salud, y en el largo plazo pueden terminar
matando a una persona.
¿El
antilíder es un problema exclusivo de las empresas?
No,
para nada. En política se repite muchísimo, y el antiliderazgo más común es el
narcisista. Estamos en un país que se degrada en forma institucional y que
repite en todos los campos de la sociedad.
¿Un
antilíder puede cambiar?
Siempre
se puede generar algún tipo de cambio en la forma de trabajo, pero la verdad es
que no le tengo mucha fe a lograr una mejora tangible en el antilíder, sobre
todo cuando estamos hablando de los antilíderes maquiavélicos o bestiales.
¿Se
puede aprender algo de un jefe antilíder?
Hay
técnicas que utilizan los antilíderes y que pueden ser aplicados por un buen
jefe. Una es ser agresivos cuando es necesario. Una dosis de agresividad puede
permitir a un CEO ser inquisitivo y acercarse a los responsables de los
problemas, si los hubiese, sacándolos de su zona de confort. Así la gente
entenderá que cuando hay un problema el jefe es capaz de poner el dedo y,
llegado el caso, de manejar la agresividad y el conflicto.
¿Qué
papel les toca a las empresas en la aparición o consolidación de un antilíder?
Las
empresas son responsables. No hay antilíder sin una organización que lo
contenga. Muchas veces las empresas, con el afán de conseguir resultados,
contrata a un ejecutivo teniendo en cuenta solo los resultados a corto plazo,
lo que termina siendo un error. Las contrataciones tienen que ser sustentables
en el tiempo para poder agregar valor a las organizaciones. Si una compañía incorpora
a sus filas a un antilíder con el afán de obtener buenos resultados, es
probable que logre cumplir algún objetivo, pero siempre hay que preguntarse a
qué costo se termina logrando estos resultados. Si una empresa contrata a un
imbécil, esa compañía puede tener las mejores prácticas de recursos humanos,
pero van a terminar siendo aplicadas por un imbécil.
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Andrés Hatum: "Los monstruos organizacionales abundan en las empresas"