viernes, 26 de abril de 2019

Consideraciones sobre las estructuras matriciales

Estructura Matricial

También conocida como estructura por proyecto o estructura en malla, representa, una superposición en una misma estructura de dos bases de agrupación, que sean capaces de contener todas las interdependencias posibles: por mercado y funcionales. En consecuencia, es normal encontrar la combinación entre una estructura departamentalizada en forma funcional, a la que se le solapa otra con base a mercado, que normalmente responde a la concreción de algún proyecto.

Así, la organización puede acceder a la fortaleza de la departamentalización funcional que reside, justamente, en la posibilidad de reunir en un mismo sector a los especialistas permitiendo hacer un uso eficiente de los recursos, ya que la cantidad de especialistas necesarios se reduce y, además, se comparten los recursos físicos. Pero esta base de departamentalización tiene la debilidad que surge de lo dificultosa que resulta la coordinación de las diferentes actividades realizadas por los especialistas funcionales, a fin de integrarlas dentro de una secuencia que permita su terminación a tiempo y dentro de presupuesto. En cambio, la departamentalización con base en el mercado facilita la coordinación entre los especialistas en función de una clara determinación de las responsabilidades relacionadas con la base elegida (por ejemplo, un determinado producto), pero duplica las actividades y los costos.

Con la estructura matricial la organización trata de cubrir todos los frentes a un mismo tiempo utilizando para esto ambas formas de agrupamiento obteniendo de esa forma, los beneficios que surgen del agrupamiento funcional de las actividades, con el desarrollo de proyectos basado en mercado. En consecuencia, resulta una estructura con una alta sensibilidad a los mercados y a la tecnología (Volpentesta, 2000)

Principales características de las variables de libre selección

El nombre de estructura matricial responde a su presentación gráfica como matriz de doble entrada donde, por lo general, las columnas representan a la jerarquía funcional y las filas a las relaciones laterales de coordinación y autoridad surgidas de proyectos específicos. La figura 84 muestra una típica conformación funcional en la cual se presentan diversos proyectos. Cada posición sometida a esta forma estructural reporta a un administrador funcional o de línea (su jefe jerárquico) así como también a un jefe de proyecto o producto. Esta circunstancia provoca que la cadena de autoridad se fragmente, dando lugar a una naturaleza dual de la influencia que provoca un debilitamiento de la unidad de mando, ya que se verifica que los directivos de línea y los directivos de proyectos tienen, en numerosas ocasiones, facultades de toma de decisiones sobre iguales aspectos.




Esta particularidad surge de la necesidad que tienen las organizaciones de hacer a alguien responsable de la obtención de determinados resultados (directivo de proyecto), para lo cual deberá dotarlo de poder formal. Por ejemplo, cuando una empresa que fabrica aceites comestibles desea poner al frente de cada producto a un responsable, puede organizar la estructura en divisiones integradas (producción, comercialización, investigación y desarrollo) por productos. De esta manera el jefe divisional será el responsable directo. Pero en aquellas situaciones donde por razones tecnológicas y/o económicas no sea posible establecer una división separada para cada producto (esto es, la empresa continua con su departamentalización funcional a la que se superponen las diferentes líneas de productos), la única manera de lograr la responsabilidad por los resultados es dotando de autoridad formal no tendría posibilidades de influir sobre los departamentos funcionales a fin de que éstos desarrollen actividades relacionadas con su proyecto. Sólo se limitarán a ser espectadores e informantes de los jefes funcionales.

Estas características estructurales definen a organizaciones que, utilizando los beneficios de un agrupamiento funcional (con toda la carga de formalización y complejidad que esto significa), explotan la posibilidad de desarrollar proyectos basados en mercado, pero con una fuerte apoyatura en los conocimientos ya establecidos y asimilados por la organización. Como la mayor parte de estos agrupamientos se apoyan en la departamentalización funcional, la existencia de elementos formales, disposiciones, reglas y normas, predisponen a sus integrantes a la obtención de eficiencia en sus actividades, de modo que si bien se pueden desarrollar proyectos específicos, éstos no poseen características innovadoras como los que se pueden encontrar en una variedad de este tipo estructural (en la forma adhocrática). Los proyectos buscan la combinación novedosa de saberes ya constituidos, de forma tal que los criterios de eficiencia se mantienen consistente considerando, además, que uno de los factores que definen la utilización de este tipo estructural suele ser la disponibilidad de recursos limitados. Cuando la innovación en situaciones complejas es lo que se privilegia, la eficiencia es un parámetro que pierde relevancia.

Según Mintzberg (1998) pueden distinguirse dos tipos de estructuras matriciales, una de carácter permanente, donde se verifica que las interdependencias permanecen de manera más o menos estables, lo que lleva a que también permanezcan estables las unidades y las personas implicadas. Tal sería el caso del ejemplo anterior de la empresa productora de aceite, donde los negocios (diferentes productos o líneas de productos) permanecen durante mucho tiempo en la organización (adoptando características de programas rutinarios).

La forma variable de la estructura matricial está básicamente orientada al desarrollo de proyectos (considerados como acontecimientos que se manifiestan por única vez, en los que los outputs son diferentes en cada ocasión), de manera que las interdependencias y las personas (con la orientación basada en mercado), cambian de situación en forma frecuente. En esta última variante los equipos para el trabajo de proyectos (formados sobre la base de mercado) son agrupados en forma diferente para cada proyecto en especial, si bien sus integrantes no dejan de provenir de unidades funcionales donde están agrupados por funciones homogéneas sobre la base de la realización de sus actividades cotidianas.

Variables situacionales

De acuerdo al esfuerzo que se debe realizar en la coordinación de las relaciones laterales con las áreas funcionales debido a la mayor complejidad que esto genera, y unido a la necesidad que surge de resolver conflictos y diferencias mediante el ajuste mutuo entre los directivos de línea y de proyecto, cabe suponer que esta tipología estructural es factible de encontrarla en organizaciones adultas.

Esta estructura habilita a la organización a actuar en mercados diversificados al tener la posibilidad de ofrecer diferentes productos. Dada su combinación funcional y de mercado, permite afrontar ambientes cambiantes, sujetos a incertidumbre, pudiendo ofrecer con economías de escala sus productos, los que, por otro lado, no pueden ser demasiados.

El tamaño necesariamente debe ser mediano a grande, ya que tiene que tener volumen de actividad que justifique la diferenciación horizontal que presenta.

Fortalezas y Debilidades

Es una estructura adecuada cuando se tienen muchas actividades complejas e interdependientes, ya que tiene gran capacidad para facilitar su coordinación conjunta. El contacto directo y permanente entre diferentes especialistas permite mejoras en la comunicación y más flexibilidad de respuesta, ya que la vinculación lateral y vertical permite que los integrantes de las unidades funcionales dejen de considerar su área como lo único importante enfocándose adecuadamente en los objetivos organizacionales generales.

Otra ventaja es la más eficiente asignación de recursos, los que al presentarse limitados, deben ser utilizados de la mejor forma, tal como la actuación de los especialistas respondiendo a cuestiones funcionales como de mercado, circunstancia que lleva al aprovechamiento de las economías de escala actuando rápidamente frente a los cambios del contexto. De esta manera, se cuenta con un medio efectivo que permite equilibrar las exigencias de los demandantes en cuanto a los requisitos de los productos, con las necesidades de eficiencia económica de la organización.

Las debilidades surgen de muchos de los aspectos ventajosos. Así, cuando se cuenta con más de un superior, se produce un cierto grado de tensión que surge de la ambigüedad que provoca la falta de unidad de mando. Como en ocasiones no queda claro quién depende de quién, se producen conflictos que se expresan en disputas respecto al reconocimiento de méritos o al cumplimiento de objetivos.

También pueden presentarse problemas cuando se pierde el equilibrio de poder entre los directivos de línea y los directivos de proyecto, que podría retrotraer a la estructura hacia una jerarquía de mando única, con la consiguiente pérdida de las ventajas de la estructuración matricial. Y aun cuando el equilibrio de autoridad formal se mantuviera (y no surgieran luchas de poder), si los directivos no tienen capacidad de solucionar los muchos problemas que se presentan por medio de la adaptación mutua (que representa un tiempo muy alto dedicado a reuniones), la alta dirección vería sumamente recargado su trabajo, quitándole tiempo para sus labores específicas.

Por último, esta estructura requiere de personas que tengan una amplia formación y una desarrollada capacidad para el trabajo en equipo. Esta circunstancia provoca que, por un lado, la cantidad de directivos que son necesarios para el funcionamiento de la organización sea mayor que en otros tipos estructurales, encareciendo su costo. Por otro lado, la cantidad de comunicaciones que se deben establecer para llegar a esa cantidad de personas, también encarece el funcionamiento de estas estructuras.

 



Material consultado:

Organizaciones, Procedimientos y Estructuras - Volpentesta, Jorge Roberto - Ediciones Osmar D. Buyatti - 2000



jueves, 25 de abril de 2019

Estructuras Matriciales

En el suplemento económico del Diario Clarín, IEco, del día de ayer, se publicó una interesante nota ¿Usted vive en una matriz? ; donde se aborda la problemática de este tipo de configuraciones. 

En el artículo podemos leer: 

“Las estructuras matriciales han redefinido a las organizaciones y han tornado sumamente compleja la manera en que los equipos interactúan dentro de ellas. Pero las matrices son inevitables y contamos con cuatro palancas con las que podremos ponerlas al servicio de los objetivos de la organización.”

En los últimos años, la utilización de estructuras matriciales por parte de las empresas surgió como necesidad de adaptar a las organizaciones a las complejidades que el mundo de los negocios iba adoptando en los últimos años, debido a que los diseños tradicionales no eran eficientes en contextos donde la toma de decisiones debe realizarse con mayor rapidez y con mayor incertidumbre.

Como característica, este tipo de estructura intenta combinar los diseños funcionales con aquellos enfocados en el producto para aprovechar los beneficios que cada uno tiene por separado, y la forma más habitual es la de superponer una departamentalización por producto o proyecto a otra funcional.

Así, la estructura matricial combina dos tipos de autoridad en un mismo nivel jerárquico, por un lado una autoridad de carácter funcional que permite mantener la especialización de las personas que trabajan en la empresa; y por otro lado, una autoridad basada en proyectos que suele tener un carácter horizontal, que aprovecha las habilidades de los distintos empleados para aplicarlos al proyecto en cuestión.

Entre otros, las ventajas de su uso son:

  • Mayor facilidad para armar Equipos por proyecto.
  • Posibilidad de asignar los recursos idóneos para cada proyecto, tanto humanos como materiales
  • Posibilita la formación de equipos multidisciplinarios, aumentando la sinergia de los mismos.
  • Mejora la toma de decisiones en función de los objetivos de cada proyecto.
  • Permite un mejor análisis de la gestión de cada proyecto.

Y como desventajas:

  • La ruptura de la unidad de mando, pues cada empleado va a tener dos jefes.
  • Las tensiones provenientes de la asignación de recursos, surgidas de las negociaciones entre los responsables funcionales y los responsables de los proyectos.
  • La necesidad de mantener la focalización en la misión de la organización y no en los objetivos del proyecto.
  • La tendencia a que este tipo de estructuras tenga un carácter temporal.

Como se indicó precedentemente, el artículo nos presenta cuatro palancas que habría que utilizar para mejorar la performance de esta diseño estructural:

  • Estructura: adopción sin ambigüedades de la estructura matricial.
  • Roles de decisión: definir claramente qué y quiénes toman las decisiones en el proyecto. 
  • Flujos de información: lograr que la información fluya en el sentido de la toma de decisiones de acuerdo a los roles establecidos.
  • Motivadores culturales: motivar y capacitar al personal para desempeñarse en este tipo de estructuras.



En el siguiente link, puede leerse la nota completa:
¿Usted vive en una matriz?

Otros links de interés sobre el tema:
Estructura matricial: ¿qué es y para qué sirve?

miércoles, 24 de abril de 2019

Tips y Guías de Estudio: 8. Consejos de Estudio

La comunicación en las organizaciones, ¿Qué dice una organización cuando no habla? -artículo

El siguiente es un artículo publicado por Ernesto Gore, profesor emérito de la Universidad de San Andrés de Buenos Aires, en su cuenta en la red social Linkedin:

Charla loca y charla tonta ¿qué dice una organización cuando no habla?

¿De qué está hecha una organización? Sin duda podemos pensar una organización en términos de un capital, un mercado, un espacio físico, gente, y máquinas, todos ellos ayudan a definirla, pero hay organizaciones que carecen de alguno o de muchos de estos elementos y gozan de buena salud, internet sin ir más lejos.

En términos generales podemos decir que existe una organización allí donde sea posible reconocer un sistema de acuerdos que coordinan conductas, y entre ellas emociones, humanas. Desde esta perspectiva la organización, es en primer lugar un fenómeno social que se construye con palabras, y está hecha con conversaciones.

Aunque se ha hablado mucho sobre el papel de los fenómenos culturales en la construcción de la identidad organizativa, se suele olvidar el simple hecho de que la cultura organizativa es una “historia”, una narración compartida entre miembros de una comunidad, y que la posibilidad de compartir esa historia tiene mucho que ver con ser parte de ella. Esto nos lleva al concepto de ambiente semántico del que hablaba Neil Postman, un ámbito capaz de dar un significado peculiar a los mensajes que allí se emiten.

Decir “me arrepiento de lo que hice” tiene significados diferentes cuando es dicho en la bolsa de valores, en un shopping o en el confesionario de una iglesia. Por eso un contexto nunca es neutro al aprendizaje y siempre resignifica los mensajes que en él se emiten. Para saber qué es lo que alguien ha dicho no alcanza con conocer su contenido, es necesario entender el ambiente semántico desde el cual se habla. Hablar del ambiente semántico es hablar del contexto.

El primer problema de la comunicación es reconocer el contexto dentro del cual la conversación se da: ¿es en serio o es en broma? ¿lo cree de veras o lo dice por compromiso? ¿piensa hacer lo que dice o está hablando "pour la galerie"? ¿puede hacer lo que dice o habla de lo que no sabe? Cada vez que hablamos con alguien, estas preguntas sobre el contexto nos rondan en tanto son indispensables para entender el significado real de lo que se dice. De la misma manera que conocer a una persona implica conocer el contexto desde el cual habla, conocer una organización es entender el ambiente semántico dentro del cual se desarrolla.

Postman caracteriza como charla loca o charla tonta a aquellas que, con o sin intención, no capturan el ambiente semántico en el cual se desarrollan.

Llama charla tonta es aquella que no sabe en qué contexto se encuentra y charla loca a la que manipula o subvierte los propósitos del contexto para manipularlo.

Tratar al jefe de “señor” y repetir sus órdenes en voz alta para demostrar que han sido comprendidas, puede tener sentido en algunos ambientes semánticos (militares, por ejemplo) y ser tonto en otros. Si mi mujer me dice "mira lo linda que está la luna esta noche" y yo comienzo a hablar de astronomía estoy evidenciando que no entendí el contexto de la conversación y, ergo, que lo que digo es una tontería. Por otra parte, convertir un contexto económico o laboral en uno religioso puede ser una charla loca si lo que se propone es manipular una situación para obtener formas de sumisión y obediencia que no podrían lograrse de otra manera: como en "Él nos ha puesto aquí para redimir la humanidad con nuestro detergente y por eso cumplir con los que nos piden es nuestro deber con Él".

En otras palabras, la organización es un contexto que le da o le quita significado a lo que en ellas se dice o se calla, pero este contexto no existe como marco claro y unívoco para el significado de las palabras. Aunque solemos dar la comunicación por descontada, como si fuera un hecho simple, el mayor problema es que no lo es. El significado depende de nuestra interpretación del contexto y esa interpretación tiene mucho de adivinanza.

Postman menciona distintos elementos que caracterizan a un contexto. Entre ellos los propósitos, las relaciones, el contenido y la charla particular utilizada en esa situación. La organización nos ayuda y al mismo tiempo nos dificulta entender lo que en ella se dice.

Así, los propósitos de una situación guían en gran medida la conducta. Una reunión de trabajo, una entrevista de evaluación de desempeño, una convención de ventas, una clase expositiva, una charla entre amigos, indican propósitos diferentes que pueden definir también contextos de conversación distintos. Terminar una reunión sin que queden claros los acuerdos logrados puede ser razonable en una charla de amigos, pero no en una entrevista de ventas o de evaluación de desempeño.

La conducta de una persona muchas veces tiene reglas institucionalmente fijadas que muy rara vez son desafiadas, en parte porque desafiarlas sería desconocer los propósitos del contexto en el cual la comunicación se desenvuelve. El ambiente semántico es algo que se da por sentado y, en muchos casos nos impone conductas. Por ejemplo, dos personas pueden saludarse cordialmente y comenzar a conversar sobre sus respectivas familias en un contexto laboral, a pesar de no soportarse o más aún, precisamente, porque no se soportan. El contexto no tiene que ver con sus propósitos individuales sino con pautas organizativas tácitas que les permiten ser parte de esa comunidad. Hay organizaciones donde es lógico hacer lo que se dice que se hará, en otras una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. En ellas cualquier novato aprende rápidamente que no se hace lo que se dice ni se dice lo que se hace.

Los propósitos del contexto pueden ayudar a definir la calidad de la comunicación, pero nunca en forma unívoca, ya que ellos mismos son materia de interpretación. es posible que diferentes personas tengan distintas percepciones de un mismo ambiente semántico. Para alguien una reunión de trabajo debe ser un ámbito para ventilar y resolver diferencias, mientras que para otro puede ser un contexto de conciliación y acuerdo al cual es de muy mal gusto llevar discordias que deberían ser dirimidas más bien en forma personal. A veces estas diferencias de percepción no son estrictamente personales y se convierten en parte de la cultura de una organización, lo que lleva a que lo adecuado en una organización resulte desubicado en otra.

Aunque podríamos abundar en más situaciones, en algunos casos hay contradicciones entre los propósitos generales del contexto y los particulares de la situación. Tomemos el caso de un hospital público cuya capacidad de atención está superada por la demanda de los pacientes. Deciden poner requisitos burocráticos, tales como certificado de domicilio o documentación completa para solicitar turno. Estos requisitos, que violentan los propósitos del servicio, les parecen razonables a los actores ya que de otra manera la cantidad de gente a atender superaría el espacio físico y el tiempo profesional disponible. Las necesidades intrínsecas de funcionamiento compiten aquí con los propósitos extrínsecos del servicio.

La comunicación nunca es una "emisión de significantes" aislada del contexto, los problemas de comunicación en realidad suelen estar ligados a un trasfondo donde inciden factores tales como los propósitos de los individuos, lo que se da por sentado de la situación, la forma en que ella es interpretada por los actores y los conflictos que en ella se enfrentan. Aunque nadie pronuncie una sola palabra, la organización siempre está diciendo algo sobre las características de la relación entre sus miembros.

Además de los propósitos, el contexto tiene que ver con las reglas que definen el ambiente semántico. Ciertos aspectos emocionales, tales como el tono (atmósfera, ambiente, textura) y actitudes (entonación, formas de dirigirse, gestos no verbales, pausas, emisiones verbales, etc.) permiten entender cómo se relaciona la gente en un ambiente aún sin saber exactamente qué están diciendo.

Las actitudes suelen aprenderse de manera informal; por lo común en el mundo adulto no se suele hablar sobre las actitudes correctas, es un ámbito donde las verbalizaciones son escasas. Los modales y las actitudes suelen ser respuestas a preguntas políticas referentes acerca de la estructura social y de la importancia que para cada uno tiene integrarse a ella. En general los actores se incluyen o se excluyen de una estructura haciendo coincidir, o no, sus actitudes con la atmósfera del lugar, que por lo general es un dato tácito. En cada contexto hay un cierto “orden” implícito que establece quién habla de qué, cuándo y cómo así como indicadores intangibles sobre la estructura de roles de la situación.

En el campo de las "reglas", a pesar de no haber pautas explícitas, las transgresiones son serias. Por lo general es más fácil cambiar el contenido de una situación que su estructura de roles. Es común que aunque se produzcan grandes cambios de contenido, la estructura (generalmente autoritaria) de las relaciones no se modifique demasiado. Esto es especialmente perceptible en organizaciones que deciden grandes procesos de cambio y donde se intenta "cambiar paradigmas" y modificar profundamente los contenidos de la comunicación sin que estos cambios alteren demasiado la forma de relación entre los actores. La estructura de roles es siempre muy conservadora y resistente a los cambios, por eso en cada organización hay situaciones fácilmente predecibles en tanto los individuos, por no desafiar la estructura de una situación, solemos realizar acciones que de otra manera probablemente nunca llevaríamos a cabo.

También debe tenerse en cuenta que cada ambiente semántico tiene su propio vocabulario técnico y estas palabras técnicas son más importantes de lo que se suele creer. En gran medida no sólo se refieren al objeto, sino que son el objeto. En palabras de Postman: “si no hay con qué hablar, no hay de qué hablar [1]”. Alcanza con intentar describir una escuela sin utilizar esa palabra ni ninguna de las palabras específicas que la definen tales como "aula", "alumnos", "pupitre", "docente", "recreo" o "clase" para ver que es difícil saber de qué se habla sin ellas. Aun más claro es intentar multiplicar 328 por 524 utilizando números romanos.

Aunque solemos tener presente que el lenguaje habla sobre lo que percibimos o lo que pensamos, sus funciones no son solamente pasivas y descriptivas, el lenguaje hace que sucedan cosas, modelando el futuro y la identidad de los hablantes.

Esto es particularmente importante porque discutir qué palabras utilizamos para describir un evento no es “simplemente” entrar en problemas semánticos, de lo que se trata es de controlar las percepciones y las respuestas de los demás. A principios del siglo XX el diario La Prensa, que se oponía al Box como deporte, publicaba los encuentros bajo el título de "Dos hombres se tomaron a golpes de puño por dinero".

En otras palabras: si bien metafóricamente puede ser útil decir que una organización tiene más o menos comunicación, o que dentro de cierta organización, la comunicación es de tal o cual manera, no debe perderse de vista que lo que esas metáforas ocultan es que las organizaciones no son cosas dentro de las cuales se producen comunicaciones sino que son en sí mismos fenómenos comunicacionales que además actúan como ambientes semánticos. Puede afirmarse que una organización no "tiene" comunicación, sino que está hecha de comunicación.

Cuando uno dice, por ejemplo, que la Universidad Nacional de Córdoba cumplió 400 años ¿qué es lo que está diciendo? Una organización incluye fines, procedimientos, sentido, ideas, cosas, gente, mercado, servicios, productos... ¿hay algo de todo eso en común con lo que era la Universidad de Córdoba hace 400 años? Sin duda muy poco ¿Qué es lo que cumple 400 años entonces?

Una organización es siempre una historia de conversaciones y compromisos derivados de esas conversaciones. Es una red de compromisos ligados por historias y narraciones que se proyecta en el tiempo y puede tomar distintas formas, traduciéndose en tradiciones, contratos, estatutos, organigramas, métodos y procedimientos o simplemente hábitos arraigados, usos, costumbres y maneras de hacer las cosas.

De lo anterior surge que donde no hubo conversaciones no hay organización. Por más que suele decirse que las organizaciones se hacen actuando y no conversando, esta contraposición de conceptos no tiene demasiado sentido. Conversar, en tanto coordinación de conductas, suele ser un requisito de la acción. Aún en la acción puramente individual, cada uno de nosotros mantiene diálogos internos que suelen ser internalizaciones de diálogos mantenidos con otras personas.

[1]Literalmente: “If there is nothing to talk with, there is nothing to talk about ”





Página consultada:

viernes, 5 de abril de 2019

Tips y Guías de Estudio: 2 ¿Cómo aprendemos? II

 
 
 

La noción de Organización desde una perspectiva compleja

En esta parte del artículo se pretende construir una noción de organización que se constituya en el punto de partida para comprender las particularidades de la aproximación que tiene la Administración frente al fenómeno organizacional y sus posibles coincidencias y divergencias frente a otras disciplinas. En un primer momento se abordan elementos relativos a la noción de organización, los cuales perfilan aspectos que pueden tener un carácter general, independientemente de si se aborda el problema des-de la perspectiva de lo social, desde la Sociología, la Economía, la Administración, o desde disciplinas como la Biología o la Astrofísica. Posteriormente se desarrollan algunos elementos que caracterizan aquellos aspectos de las organizaciones sociales que contribuyen a la configuración de los núcleos de atención de la Administración. La aproximación para tal efecto se ha hecho desde el Paradigma de la Complejidad, con la intención de construir una noción incluyente que permita dar cuenta de las diferentes dimensiones del problema abordado.

El primer elemento esencial es el concepto de Organización, que como ya se ha mencionado puede tener diferentes acepciones. Para los fines del presente texto pueden examinarse dos conceptualizaciones que proporcionan los elementos esenciales para el análisis. De una parte, para Edgar Morin “la organización es la disposición de relaciones entre componentes o individuos que produce una unidad compleja o sistema, dotado de cualidades desconocidas en el nivel de los componentes o individuos. La organización une de forma interrelacional elementos o eventos o individuos diversos que a partir de ahí se convierten en componentes de un todo. Asegura solidaridad y solidez relativa a estas uniones, asegura, pues, al sistema una cierta posibilidad de duración a pesar de las per-turbaciones aleatorias. La organización, pues: transforma reúne, mantiene” (Morin, 1993). De manera similar, para Jean Louis Le Moigne la organización es “la propiedad de un sistema complejo que permi-te dar cuenta a la vez de los componentes de cada uno de los niveles proyectivos que son atribuidos a un sistema y de la articulación entre esos niveles, sin separarlos” (Le Moigne, 1990).

De las anteriores definiciones es posible extractar por lo menos los siguientes aspectos: a) la existencia de un grupo de elementos que se relacionan entre sí, para constituir un todo coherente; b) la emergencia de características en el todo que no son perceptibles a partir de la individualidad de sus componentes; c) la posibilidad del sistema de generar las condiciones para su reproducción y permanencia relativa en el tiempo; d) la posibilidad de transformación autónoma del sistema; y e) la existencia de una interrelación con el entorno en el que se desenvuelve.

Dentro de los conceptos presentados por estos dos autores es posible ver además el énfasis en dos elementos adicionales: el sistema y las interrelaciones entre sus componentes. Desde esta perspectiva, la noción de organización está estrecha y necesaria-mente relacionada con la de sistema y la de interrelación. Esto es lo que Morin denomina el concepto trinitario: sistema-interrelación-organización, en el que “la noción de sistema remite a la unidad compleja del todo interrelacionado, a sus caracteres y propiedades fenoménicas; la interrelación a los tipos y formas de unión entre los elementos; y la organización a la disposición de las partes dentro y por un todo” (Morin, 1993). Es importante tener en cuenta la doble implicación de la organización como concepto ya que es, como menciona Morin, una noción circular en tanto que a la vez que constituye un entramado de relaciones, formaciones, morfoestasis, invarianza, se remite a sí misma en un proceso autoconstrucción permanente. Es en ese sentido que la organización es a la vez creación y acción creadora.


Comprender la noción de organización implica, como se ha mencionado, tanto su construcción y transformación interna como su relación con el ambiente, que tiene, de un lado, la influencia de éste en sus procesos internos, y de otro la influencia de la organización en la determinación del medio.
 




La presente entrada fue extraída de: 
Hacia la construcción del objeto de estudio de la administración: una visión desde la complejidad – Autores: Andrés G. Hernández Martínez -Juan Javier Saavedra Mayorga - Mauricio Sanabria R. (Universidad del Rosario) Revista Facultad Ciencias Económicas, Vol. XV - No. 1, Junio 2007, 91-112 - Universidad Militar Nueva Granada (Colombia)